"La vida no se mide por los momentos que respiras, sino por las veces que te dejan sin aliento".

miércoles, 18 de mayo de 2011

Sostener una mano, encadenar un alma.

¿Cuándo puedes decir que te bastas por ti mismo? ¿En que momento no necesitas a nadie? Mi respuesta clara y certera sería NUNCA. Siempre necesitas esa mano a la que agarrarte cuando estás a punto de tropezar, ese hombro en el que llorar cuando estás triste, esa sonrisa con la que compartir una carcajada después de un gran momento, ese corazón con el que compartir tus sentimientos.
Es entonces cuando más fuerte es la dependencia, cuando lo que más necesitas es esa persona especial. Cuando te encantaría que cruzara su mirada contigo, cuando lo que más deseas es fundirte en uno de sus abrazos, cuando su sonrisa te inspira confianza, cuando querrías tumbarte en su pecho para escuchar sus latidos... cuando, cuando, cuando.
Y que decir, que no me importaría firmar un contrato por uno de sus besos, por una de sus caricias...
Aceptemos nuestros errores con la cabeza alta y con la mirada al frente, construyamos nuestros caminos. Sonriamos, disfrutemos, lloremos si es necesario, pero sobre todo, compartamos. Compartamos nuestros caminos, nuestras amistades, nuestros recuerdos, nuestros sentimientos.
Dos en uno y uno en dos.




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