"La vida no se mide por los momentos que respiras, sino por las veces que te dejan sin aliento".

martes, 25 de octubre de 2011

Dejadme que os cuente, mi cuento de vida y caricias.

De pequeños nos enseñan a no meter los dedos en los enchufes, y a no arrimarnos a las ventanas abiertas. A no candar las puertas de los baños públicos y a hacer pis dentro del váter. Nos enseñan a no meter las manos en el vídeo y a secarnos bien las manos antes de enchufar el secador de pelo. También a no asomarnos por el balcón y a no andar descalzos por la cocina. Aprendemos a cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes y a no encender demasiadas cosas a la vez. Nos prohíben abrir a quien llame al timbre mientras papá esté en la ducha y a no responder al interfono si estamos solos en casa. Nos enseñan a poner baja la música para no molestar a los vecinos y a no jugar con pelotas en casa. Repiten una y otra vez que no hablemos con desconocidos, no aceptemos caramelos de nadie, ni nos acerquemos a los coches con gente. Aprendemos a cruzar por los pasos de cebra y con los semáforos en verde, también a dejar sentarse a las señoras mayores en el autobús y quedarnos de pie, y a ponernos el cinturón en cada viaje en coche.
Todo esto puede llegar a ser muy útil, nos enseña a ser precavidos, respetuosos y a cuidar de nosotros mismos sin necesidad de una ayuda permanente, un día nos ayudará a ser personas independientes... Pero que queréis que os diga, yo tengo mis preferencias:
Preferiría que me hubieran enseñado a no jugar con los sentimientos de nadie, ni siquiera con los míos propios. Me hubiera gustado aprender a ser leal, fiel, y amiga; a no tener miedo a nada, y mucho menos a esconder mis sentimientos. Hubiera preferido aprender a no esconder "te quieros", a no hipotecar suspiros y a no escasear en abrazos. También a demostrar todas esas palabras que decimos alguna vez, a repartir cariño y fidelidad. A ser persona, honesta y sincera en todos los aspectos. A respetar a todo el mundo, a tratar igual a las personas sin distinciones de raza o color, y a no menospreciarme a mi misma. 
A veces falta este tipo de educación desde un principio, aunque, al fin y al cabo, pienso que yo lo he ido aprendiendo. A base de golpes, ostias y mentiras he aprendido a vivir, a respetar y a seguir adelante, a afrontar todos los problemas con la cabeza alta, la mirada al frente y una buena compañía. 

2 comentarios:

  1. Que gran verdad (:
    Pero es que yo aprendo al igual que tú, no pueden enseñarte a querer, es algo que cada uno hace de manera distinta, no pueden enseñarte a ser fiel, leal y amiga nadie es perfecto y mucho menos para enseñar esas cosas. Lo que he aprendido a decir es a las personas que quiero las cosas y yo a tí te lo digo mil y mil veces más te quiero

    ResponderEliminar
  2. Ayyyyyyyyyy te que bonita que eres coño! :)

    ResponderEliminar